Palabras que caen en el repiqueteo continuo de una máquina de escribir en tiempos ideales. En su fase embrionaria pueden presentar orígenes en el grafito plasmado sobre el papel. La tecnología expande los horizontes, haciendo de los teclados un compañero necesario para la modernidad.
Esas palabras no siempre gozan de techo. No todas piden techo. Sus casas deben ser edificadas a partir de ventanas. Las paredes estorban. Los techos pagan una que otra cuenta monetaria. Las ventanas permiten la difusión inmediata de su sentido. Las palabras viven por su sentido. Si éste no es compartido, para bien o para mal, pierden vigencia. Se guardan; añejadas pierden su vitalidad y amenazan con su desaparición. Sólo amenazan, ya que, por más que deseen renunciar a su existencia, siempre estarán en ese limbo constante de vitalidad que les niega su desaparición automática.
Autores de habla castellana, que utilicen o hayan utilizado la crónica periodística encontrarán espacio en esta ventana. Una ventana que espera ser observada, cuestionada o criticada. Una ventana que quiere ser y no dejar de ser. Una ventana que quiere comunicar. Comunicar y conseguir un espacio en la urbe de la literatura. Apegados al límite de la realidad, y al mismo tiempo bordando retazos que narren historias enmarcadas en una crónica vanguardista. Los techos en esta construcción se dejarán para después.
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1 comentario:
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- La nota legal debería tener menos protagonismo.
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- No entiendo la alusión a la máquina de escribir, aunque esto no tiene mayor relevancia.
- Entradas un poco largas que podrían dividirse en dos párrafos más pequeños.
- Bien escrito, pero "borderline" con la prosa.
- En el tercer párrafo hay un "halla" que debería ser "haya".
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