por Juan J. Gómez
Mientras duren en nuestros países las condiciones de opresión, miseria y marginación, el testimonio será la única manera que tenga el lector de enterarse de vivencias insospechadas y ajenas, un lector muchas veces hostil a conocer verdades de su propia realidad'. Con estas palabras justificó ayer la escritora y periodista mexicana Elena Poniatowska, que participó en un curso de verano de la Universidad Complutense en San Lorenzo de El Escorial, la necesidad de considerar a la literatura testimonial como género literario. 'Nuestras vidas son una novela cuando alguien se toma el trabajo de escribirlas'.
Frente a quienes recelan del valor artístico y literario de la crónica y el testimonio, la autora recordó la necesidad de dignificar literariamente la voz de los oprimidos frente a la injusticia. La escritora sumó ayer un nuevo homenaje a los muchos que ha recibido desde que ganó el Premio Alfaguara de novela 2001 por La piel del cielo. La autora y sus obras acapararon las ponencias y comentarios del curso Hispanoamérica fin de siglo: los testimonios de sus narradoras.
Fiel a la causa que ha motivado su treintena de libros (entre cuentos, crónicas, ensayos y novelas), que no es otra que la de tomar prestada la voz de aquellos a quien no suele escucharse, Poniatowska dedicó su conferencia a la literatura testimonial. Para empezar, destacó el papel de este tipo de escritura como portadora de la memoria colectiva. 'A lo mejor América Latina se está hundiendo, a lo mejor nuestra miseria hace que nuestra lenta marcha hacia los Estados Unidos cambie la faz de todo el continente, a lo mejor nos vamos a perder', alertó, 'pero la gente, finalmente, es inmortal y su voz siempre estará allí'.
Poniatowska alabó la virtud de la literatura testimonial de hacer visible los hechos ocultos a la sociedad - 'informa sobre lo que no sabíamos'-; de decantarse invariablemente por las historias de los más pobres - 'la clase dominante tiene a sus apologistas, como las actrices'-; así como de ser una literatura siempre política - 'la historia oral está ligada a la pobreza porque es fundamentalmente una denuncia. Y una acusación'-. La autora de La noche de Tlatelolco concluyó que la literatura de testimonio responde a la necesidad de manifestar lo oculto y documentarlo.
Fuente del trabajo: Revista Literaria Azul@rte
jueves, 22 de enero de 2009
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